Tres mujeres muertas en España a manos de su pareja en las últimas 24 horas. Crece y se precipita el goteo interminable de estos crímenes, pero aun hay quien los niega, quien pone en cuestión su magnitud de lacra social y de problema de salud pública fundamental. Así lo hacen quienes lo reducen a la categoría de anécdota o quienes trabajan exhaustivamente sembrando la duda sobre las denunciantes.
Existe una cifra negra de malos tratos, oculta, sobre la que se debe insistir para que aflore y así poder atajarlos, pero en cambio estamos viviendo momentos plagados de mensajes que indican que la prioridad no es proteger a las mujeres, sino desconfiar de ellas y minimizar los hechos, frivolizándolos.
Los instrumentos legales que dan posibilidad de matizar, graduar y adecuar al caso concreto se usan con cuentagotas por lo que la batería de leyes deviene ineficaz.
Las lesiones psicológicas, que son frecuente preludio de agresiones mayores, no se identifican con suficiente rigor, y su tipificación penal es inocua.
La lucha contra la violencia doméstica no ilusiona mayoritariamente, no se plantea como un reto en defensa de los derechos humanos, sino que se vive como una ingrata carga para quienes intervienen tras tener conocimiento de la misma.
Se avanza poco y lentamente en la lucha contra la violencia machista, porque las reformas legales encuentran siempre el escollo en la misma actitud mental que hace invisible el horror y humilla a la víctima.
Mª José Varela. Abogada.